Piedad Bonnett es una de las escritoras colombianas más reconocidas del país, su trabajo se extiende desde la poesía, pasando por varias exitosas novelas y obras de teatro, entre ellas se reconocen De círculo y ceniza (1989), Nadie en casa (1994), su novela, Después de todo (2001), y por supuesto Lo que no tiene nombre (2013).
En contadas ocasiones está reconocida escritora ha otorgado entrevistas con opiniones políticas, más allá de sus obras. Esto fue lo que conversó al respecto con nuestros periodistas Daniel Alejandro López y Jenny Lindo.
1.-¿En qué anda Piedad Bonnett?
Primero, tratando de descansar porque saqué mi novela el año pasado, y traté de tomar una pausa, sobre todo, para leer, y resulta que la vida me pone muchas trampas, estoy tratando de escribir poesía, y algunas cosas han salido ya.
Tengo un proyecto importante en mente que se sale de lo que he hecho tradicionalmente, es un libro sobre una persona que trabaja con artes plásticas que me sedujo mucho el personaje, y quiero hacer algo novedoso y bonito.
Viajando menos afortunadamente, y dándole a todo un poquito.
2. ¿Qué papel cree que juegan las mujeres en las obras que ha escrito?
En cada género se manifiestan de manera diferente, digamos que en la poesía se habla de un yo, a veces es bastante confesional, entonces no me planteo nada en relación con lo teórico sobre la mujer, pero la mujer aparece con fuerza, porque de alguna manera la mujer soy yo, o yo le doy voz a otras mujeres en la poesía.
En la novela, lo que he tratado de hacer no es una novela militante, de un feminismo militante, o de una obviedad militante digámoslo así, puede ser militante de forma muy soterrada, muy secreta, pero hablo de los conflictos de las mujeres tales y como se dan concretamente, no estoy mostrando mujeres triunfadoras, ni aleccionadoras, sino más bien, sus pequeños fracasos, luchas cotidianas, y también se mueven en un panorama de clases medias ilustradas, la universidad es muy importante en ellas, entonces sí, hablo de mujeres un poco rotas o que se tienen que repartir en muchas cosas y se sienten un poco fracturadas, que son las mujeres de mi generación, cargamos con unas cosas atávicas que no logramos desprendernos, nos sentimos muy liberadas en unas cosas y conquistamos territorios, pero que seguimos teniendo muchas tensiones desde nuestra naturaleza femenina.
En el teatro, yo me he ocupado más de mundos populares, me interesan mucho, y hablo más claramente de la violencia masculina, ahí por alguna razón, tal vez por el género mismo todo esto es más explícito, la violencia masculina, las distintas violencias, la violencia sexual, política etc.
Pero no es nada programático, cada obra me llama a hacer alguna cosa diferente.
3. ¿Cómo cree que el país puede cerrar esas brechas entre hombres y mujeres?
Esa es una tarea muy difícil a corto y mediano plazo, no digamos a largo plazo porque si no lo proponemos podemos hacer cosas muy importantes al respecto, pero todo tiene que ver con la educación y sobre todo los medios.
Yo creo que la televisión perpetúa muchos prototipos, la publicidad, es decir, cotidianamente tenemos que lidiar con una versión de la mujer muy anacrónica y de acuerdo con los parámetros machistas; las mujeres también podemos perpetuar ese machismo en todos los estratos, no solo en los estratos populares donde puede haber más educación, hay una conciencia machista muy arraigada de viene de generación en generación y romper eso es muy difícil, entonces a la escuela le corresponde un gran papel en eso, a los maestros, educar en la sensibilidad a los hombres, hacerlos comprender muchas cosas sobre sí mismos, primero que todo, y luego sobre las mujeres.
Y las mujeres tenemos el deber de ser combativas de una manera positiva, porque es la manera como generamos empatía sobre la causa. Ahora he visto muchos memes que me han mortificado mucho, porque todo lo del Me Too, con lo cual, por supuesto estoy de acuerdo, pero donde hay una exageración a veces en las posturas, está causando una reacción que nos caricaturizan, y son memes muy irrespetuosos, pero que causan empatía en la gente y los reproducen, esas son muy difíciles de combatir también cuando vienen en esos empaques.
4. ¿Hay algún político o política colombiana que haya alimentado alguna de sus obras?
No, el mundo de la política me parece uno del que hay que mantenerse un poco alejado, y ser hipercrítico, porque lo que hoy es una cosa, mañana es otra, de todas maneras yo tengo personajes que respeto dentro de la política, Carlos Gaviria me pareció una persona tremendamente admirable; admiro a Alejandro Gaviria; Juan Carlos Flórez es un tipo que siempre me ha simpatizado; Antanas Mockus con sus peros, pues no estoy completamente de acuerdo con toda esa histriónica suya que está también en un borde caricaturesco, pero lo respeto.
Pero, nunca militaría en política, tuve la oportunidad desde muy joven, en la universidad ya se me presentó la oportunidad de militar en la izquierda, en el Moir que era en la Universidad de los Andes, y yo he sido poco gregaria, por un lado, y por otro lado, creo que la independencia de un intelectual tiene que ver con una no militancia, y estar mirando ecuánimemente que está pasando. También debo decir, admiro a Jorge Robledo, que me parece uno de los políticos más consecuentes que a veces puede ser un poquito radical en sus posturas, uno puede no estar de acuerdo, pero me parece un hombre de una gran honestidad política, pero que los incluya en mi literatura, cero.